¿Cómo cambiar el color de tus suculentas? Aprende a hacerlo con estos sencillos pasos

Moradas, verdes, azules o amarillas, todas son hermosas

Las suculentas son las plantas favoritas de muchos gracias a su resistencia y belleza que le brindan a cada espacio del hogar; las hay de muchas formas y tamaños, la mayoría de ellas en tonos verdosos, pero ¿sabías que puedes cambiarles su color? Es posible hacerlo con estos sencillos pasos.

¿Por qué cambian de color las suculentas?

Primero, es importante señalar por qué cambian de color: a través de la fotosíntesis, las suculentas absorben agua y dióxido de carbono, que luego transforman en glucosa y oxígeno; en este proceso los pigmentos son la clorofila (verde), la antocianina (rojo, morado o azul) y la carotenoide (amarillo a naranja).

La mayoría de las suculentas que se mantienen en sombra son verdes porque la clorofila es la encargada de capturar la luz solar para la fotosíntesis; al colocarlas al sol, las antocianinas se concentran más en las células de la planta y por ende, se producen diferentes colores.

Para provocar el cambio de color es necesario “estresarlas”, con el objetivo de recrear su hábitat natural; puedes comenzar a intentarlo con áloes, crassulas, kalanchoes, euforbias, sempervivums, sedums, aeonium y echeverias.

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¿Cómo cambiar de color a tu suculenta paso a paso?

1. El suelo de las suculentas debe drenar bien, por lo que te recomendamos crear tu propio sustrato o comprar uno especial para cactus y suculentas.

2. No las riegues frecuentemente. Si quieres que tus suculentas cambien de color, este es un paso muy importante. Procura que tengan suficiente agua, pero que la tierra no escurra o forme charcos.

3. Baño de sol. Colócalas la mayor parte del tiempo en el sol para cambiarlas de color, pero cuida que sea de manera gradual, para proteger a tu suculenta; si observas que sus hojas se queman, se arrugan o adquieren en la punta un tono café, retíralas de inmediato.

4. Las suculentas se protegen a sí mismas de las altas y bajas temperaturas: en el verano, sus hojas se cierran para reducir la evaporación; en el invierno, algunas hacen lo mismo para protegerse del frío. En ambas situaciones, las plantas se estresan y cambian de color.