Por un mundo más empático

Hace unos días tuve una experiencia que hoy les quiero compartir.

Ese día me desperté a las 4:00 de la mañana. Me sentía profundamente cansada y agotada, tanto física, como mental y emocionalmente. Mis pensamientos estaban demasiado despiertos. Por más que le di vueltas a la cama, no pude dormir más, así que decidí salir al balcón de mi departamento para ver el amanecer; estaba nublado y lloviendo. A las 6:00 de la mañana me puse a meditar. A las 6:30 AM decidí hacerme un café y prepararme para hacer ejercicio.

Me estaba costando la vida moverme, así que mientras me preparaba para salir de mi casa comencé a cuestionar mis pensamientos. ¿Es verdad que te duele el cuerpo? ¿Es verdad que darías lo que fuera por regresarte a tu cama? ¿Es verdad que pasaste una mala noche? ¿Es verdad que emocionalmente tampoco te sientes bien?

Y me repetía constantemente: lo importante es presentarse. Y recordé uno de los mensajes que vienen en mi Frasco de Tesi que dice lo siguiente: ¨aunque no te puedas mover, arrástrate, no dejes de caminar hacia adelante¨. Ufffff mis propias palabras me retumbaban. Me toca ser mi propio ejemplo, me dije.

Finalmente había logrado llega al gimnasio y como mi entrenamiento era vía zoom, me disponía a abrir la sesión. Empezamos el calentamiento, yo sentía la rigidez de mi cuerpo. Lleva un mes viajando y había dejado de hacer ejercicio y retomar me estaba costando mucho trabajo. No había terminado de saludar a mi entrenador cuando de repente se le ocurre decirme: ¿cómo que este tiempo te subiste de peso no??????? UUUUUFFFFFF en ese momento me dieron ganas de gritar.

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En ocasiones anteriores yo ya había tenido esta conversación con él, le había expresado que a veces sus comentarios eran cero asertivos y en vez de motivar, desmotivaban bastante y daban ganas de no volver a entrenar con él. Por eso, en ese momento, su comentario me había caído muy mal.

Me di cuenta que su manera de entrenar, esa forma de la vieja escuela de la represión, casi militar y pensar que desde ahí alguien va a darlo todo, conmigo no va, al contrario. El premio - castigo y los comentarios negativos no motivan a nadie o por lo menos a mí no me funcionan.

Y dije ¡WOW! Desde dónde estamos dejando de ser empáticos con el otro. Él no tiene ni idea lo que yo pasé para llegar aquí y presentarme en contra de todos mis pensamientos. El esfuerzo que hice para llegar hasta este momento. Porque sí, a veces hay que hacer un gran esfuerzo mental y empujarnos para cumplir nuestros propósitos.

En ese momento le comenté que ya no quería seguir con el entrenamiento y que estaba por cerrar la sesión de zoom, que su manera de ser coach, ya no se alineaba conmigo. Le expliqué que yo trabajo todos los días para desaprender lo aprendido y una de esas cosas es educar a la vieja escuela...

¿Por qué les cuento esto? Porque me di cuenta de una cosa MUY IMPORTANTE...

LA EMPATÍA, y cómo se nos ha olvidado ser empáticos con los otros, porque cuando nos presentamos ante el otro, no tenemos ni idea de dónde viene, qué ha vivido y cuál es la situación que lo ha traído hasta este momento.

No podemos seguir conviviendo desde la represión, es mucho más bonito cuando lo hacemos desde el amor, la conexión con el otro, la empatía. El ser escucha antes de emitir un juicio; y desde la curiosidad preguntarle al otro cómo se siente.

Como lo digo en mis cursos, por una cosa negativa que voy a decir, digo tres o cuatro positivas... Porque todo está en la manera en la que le digo al otro las cosas.

Es nuestra responsabilidad elegir de quién queremos aprender. Recordando en todo momento que nada es personal y que cada quien está haciendo lo mejor que puede con lo que tiene. Pero que es muy importante aprender a decir que no a lo que no se alinea con nuestra ética personal.

Por un mundo más empático.

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