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Romper el círculo, ¿romantizar o retratar el abuso?

Romper el círculo, publicado en 2016, permaneció 140 semanas en los libros más vendidos.

Romper el círculo, ¿romantizar o retratar el abuso?
Techos de Cristal

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La obra de Colleen Hoover que vendió más de 8 millones de copias ha sido recientemente llevada a la pantalla. Con esto, la controversia ha vuelto a inundar las redes sociales. Pero más allá de los detalles cinematográficos o literarios (que se quedan cortos en muchos sentidos) o de las comparaciones entre la obra original y la adaptación, resulta interesante analizar el fondo de la historia y las complejidades de la realidad que busca retratar.

El debate principal en torno al fenómeno se centra en si la historia romantiza o no el abuso. Es cierto que, al leer el libro, la narración impulsa a que te enamores de Ryle (el abusador), incluso llegando a querer que Lily regrese con él. Pero no creo que se trate de idealizar la violencia, sino de mostrar cómo un abusador no siempre se ve o actúa como parece.

Al principio, Ryle es muy carismático, y usa su pasado para excusar sus comportamientos, manipulándote también a ti como lector. El giro en la trama te pone en los zapatos de la víctima, haciéndote entender lo difícil que es salir de una situación de abuso cuando el abusador también tiene cualidades positivas, y sabe manipular los sucesos a su favor.

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La relación de Lily y Ryle se vuelve violenta y abusiva de manera suficientemente lenta como para generar en la audiencia un estado de shock. Por esta razón, la narrativa no tiene el mismo impacto si anticipadamente sabes que es una historia sobre violencia doméstica y no una relación romántica como aparenta; que fue en la mayoría de los casos lo que sucedió con la adaptación.

Otro argumento que ha tomado fuerza es que los lectores jóvenes, que son en gran parte los consumidores del fenómeno, tengan dificultades para distinguir entre romance y abuso. Sinceramente, creo que se les subestima.

Es cierto que no se habla del riesgo de que Ryle pase tiempo con su hija sin supervisión ni acciones legales. Tampoco se mencionan los efectos del abuso en la salud mental de Lily. Sin embargo, independientemente de los espacios donde se quedó corta, si a una obra que no termina con los protagonistas juntos, se le acusa de romantizar el abuso, ¿qué hay de las novelas que nos dan la perspectiva del abusador? ¿Qué hay de los libros que tocan estos mismos temas y nunca abrieron debates ni crearon un mínimo grado de conciencia en torno a la problemática?

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Al final se trata de una historia imperfecta, donde no se describe al abusador como un monstruo, porque muchas veces en la vida real no lo parece, aunque lo sea. La narrativa que no es moralmente perfecta, ayuda a comprender que los defectos de Lily la hacen humana, no responsable. Y no por eso merece menos empatía.

Más que preocuparnos por si romantiza o no el abuso, deberíamos tomarla como punto de partida para reflexionar sobre la complejidad de la violencia doméstica. Está en nosotros como lectores ampliar la conversación que ha iniciado, y pedir historias escritas con mayor calidad alrededor de estos temas.

Al final, el contexto bajo el que se popularizó la historia demuestra la gran necesidad de abrir más espacios donde se discutan estas problemáticas, así como la demanda de herramientas que ayuden a identificar la violencia, a sanar traumas, romper patrones y reflexionar sobre la masculinidad tóxica.

Como dijo Carl Jung: “Quien mira afuera, sueña; quien mira adentro, despierta”.

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María Milo

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