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Bombardeo visual y emocional: Cómo el arte nos ayuda a conectar

Si la pieza no te conecta, no es arte. El arte contemporáneo va más allá de la estética, tiene que ver con lo verdadero.

Paola Albarrán
El arte como bombardeo visual y emocional / Paola Albarrán. Foto: Cortesía

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Todo comenzó con una llamada de mi adorada @andreinat: “¿Qué onda? Oye… ¿Vienes a Buenos Aires? Nos invita Visit Argentina a la feria de arte contemporáneo ArteBA”. Mi sí fue inmediato.

Lo que en esa llamada no preciso fue el maravilloso universo hospitalario, elegante, fino, que los porteños y su hermosa ciudad tenían preparado.

Nos movimos entre dos mundos en Buenos Aires. Entre el clásico y el contemporáneo. Entre el majestuoso pasado de edificios clásicos y monumentales como el Teatro Colón y sus salones dorados, el café Tortoni y todos los visitantes que se han refugiado ahí a pensar en poesía y filosofía, el café de los Ángelitos y el tango pasional y característico. Y un viaje en el tiempo donde parece que no ha sido mucho tiempo y lo que ha pasado es la vida misma. En ese contraste visitamos el presente. Lo de hoy que de alguna forma se refleja en ArteBA y sus decenas de artistas contemporáneos. Que entre colores y propuestas concretas, hicieron del viaje algo único, entre lo que fue y lo que es. Entre lo que importaba y lo que importa.

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Ese es el poder que tiene el arte. De poder capturarnos como humanidad en cápsulas del tiempo que con ciertos y variados criterios de estética, temas sociales y propuestas artísticas. Nos lo muestran los diversos espacios.

Nos guste o no; estamos cautivos ahí como esa muestra humana. A veces más viva y otras más muerta. Pero que el arte engloba y hace tangible lo intangible de que es lo que nos mueve.

Hablando puramente del arte contemporáneo, que fue a lo que nos dedicamos a consumir sin piedad. Existe un diálogo interior cuando estás frente a una exposición, pieza, colección, feria o lo que sea se tiene que consumir, sin prisa y en lo individual, se percibe en lo personal y luego, se comparte para compartir ideas de lo que nos hizo sentido para profundizarlo al espejearnos con los demás.

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La crítica de la propuesta de un artista tiene que empezar con un diálogo en silencio personal y solo si tiene algo que comunicar es cuando puedes empezar a crear una red de comentarios que van tejiendo un discurso que nos sostiene y nos difiere como seres sintientes.

La delicia del arte en la actualidad, lo que vimos en ArteBA, es que no hay una sola regala que se respete. Las obras nacen fuera de los lienzos. Se retoman ciertas ideas alcanzadas y se perfeccionan. Las ideas, no las técnicas. Pero el arte es este viaje en movimiento que te ayuda a conocerte a mayor profundidad.

Hay muchas formas de expresarlo; bordados, telas, jaulas aplastadas, espejos que reflejan para las selfies donde todos queremos estar, incluso en las obras. Frases, palabras, pólvora, proyecciones, tecnología, esculturas, pinturas, happenings, ready mades y paseos de caracoles. Da igual.

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El arte ya no solo pretende adornar y embellecer un muro. Lo que propone es entender lo verdadero y hacerte sentir. Si no hay algo de ésto, en mi opinión, entonces no es arte. Lo que debería de pretender hacer el arte, de cualquier época, es la capacidad de entablar ese diálogo contigo, a favor, o aún mejor en un contra un sentido. Reflexionar. Y poder apreciar la mente creadora detrás de cada obra. Mirar la pieza y si te habla, mirarla, hasta poder dialogar con ella.

Estos días en Argentina visitando galerías, colecciones privadas, museos, ferias, exposiciones fue “gula por los ojos”, hasta decir basta y no poder consumir más, y aun así seguir viendo, cuestionando, aprendiendo, haciendo, visitando y como silenciosa aprendiz y con las antenas levantadas lista para captar todo lo que estas propuestas tenían listo para exponer.

El arte contemporáneo es muy cuestionado y radicalizado. Puede gustar o no. Pero al final está vivo. Así como el río siempre está. Puedes estar de cara o de espaldas a él. El río va correr, el agua se va a mover. Y tú también.

Nadie permanece estático. Nada. Así es que flota, o fluye. Como el río. En el río. ¿Es el agua primero o el mito el que viene? Es el mito el que permanece y el agua que lo diluye. Como las ideas, como las promesas, como el amor.

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Paola Albarrán

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