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Fantasmas que ghostean

Es infinitamente mucho más aterrador el ghosting que estos seres flotando de sábanas blancas

Paola Albarrán
Paola Albarrán. Foto: Cortesía

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Llegó el otoño y con él la decoración de Halloween, calabazas, catrinas, calaveras y fantasmas. Vivimos en un mundo rodeado de fantasmas.

Estos días se nos hace cotidiano ver de forma simbólica a estos seres flotando entre nosotros, sábanas grandes con ojos grandes y negros, que son testigos y ejemplifican los miles de fantasmas que ghostean y siembran ese miedo silencioso que paraliza y que muchos sufren de manera silenciosa.

Ghosting es convertirse en un fantasma y es parte de los más grandes miedos que enfrentamos como sociedad. El que desaparezca, no volverá a contestar. Parece ser que las despedidas están extintas. Hoy esos “fantasmas” se adueñan de nuestra seguridad y nuestra confianza.

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Tener la autoridad de desaparecer, te da la posibilidad de sentirte mejor que el otro. Sentir que tienes el poder y el control sobre la historia, los sentimientos y la felicidad de alguien más. Sin explicaciones, sin dar la cara, sin dolor. Con egoísmo.

Aplica en muchas de las áreas de nuestra vida, sobre todo en las relaciones personales y en lo laboral. Algunos casos en lo familiar también.

¿Es tan difícil poder conectar con lo que sientes?, ¿por qué nos cuesta ser valientes?, ¿por qué quedaron atrás aquellos tiempos de caballerosidad y elegancia? Hoy, que vivimos en un mundo sobrecomunicado, el miedo radica en perder la comunicación.

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¿Es tan complicado poder dar la cara y terminar la conversación? Gracias, esto fue todo. Entonces cerrar y desaparecer.

Se nos olvida que todo es cíclico. Lo que sube, baja y así en esta eterna rueda de la fortuna que todos somos pasajeros hasta el final de los tiempos. Que las puertas cerradas no permanecen así siempre. Que el mundo es un pañuelo y que desaparecer causa angustia e incertidumbre de lo que en algún momento tuvo importancia.

Por amor a los tuyos. A los que vienen. A los que quieres. Sé suficientemente valiente y da la cara para poner puntos finales y no dejar en puntos suspensivos, que crean dolor e incertidumbre.

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Algunos profesionales de la salud mental consideran que esta práctica es una forma pasivo-agresiva y también maltrato emocional por rechazo.

Todo tiene un tiempo en el que se debe fluir, donde se debe de respetar el tiempo y el curso de cada etapa, donde el fuego puede estar vivo, pero al no cuidarlo destruye, se consume y desaparece todo lo que toca.

Cuidemos a quienes nos cuidan, ponerle un fin a lo importante. Atrevámonos a aislar la conversación, la presencia, las explicaciones, simplemente conectemos con lo que es y esa llama, pensada para estar encendida, dejarla brillar, iluminar, calentar y disfrutar. No subirnos a la nueva pandemia de desaparecer y borrar lo que tiene valor, destinarlo a consumirse y apagarse por falta del oxígeno. Conversación. Presencia.

El ghosting para quien lo padece crea sentimientos de culpa, obsesión. Tu cerebro necesita entender qué fue lo que pasó. Y entonces son historias que bajan la autoestima, crean inseguridad y humillación.

¿Cuál puede ser un antídoto? Ser consciente de que esto pasa y mucho. Aceptarlo, ser consciente que no es tu culpa, que la gente rota te rompe, y no hay más que quererte mucho.

En un mundo de fantasmas, el reto es ser lo más humano y terrenal, donde se vive, se siente, se conecta, se llora, se da la cara, se dan las gracias y se quedan atrás estos escudos de egoísmo y crueldad de no volver a aparecer.

Como si el tiempo no existiera, como si cualquier cosa se pudiera borrar, como si el corazón no supiera cicatrizar y volverse a armar. En un mundo de fantasmas, ser humano es lo más retador.

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Paola Albarrán

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