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Cuando la muerte se celebra, más allá de la vida

En lo personal, la festividad del Día de Muertos es parte de mi cultura familiar.

Cuando la muerte se celebra, más allá de la vida
El Día de Muertos es una tradición única mexicana para celebrar la llegada de nuestros difuntos. Pixabay, Tom6667 / Ilustrativa.

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Recuerdo bien el altar que ponía mi abuela, en donde a cada uno de sus seres queridos que ya no estaban, les ponía sus platillos favoritos. Me parece fascinante la manera de ver la muerte en la cultura mexicana, no como un fin, sino como una continuidad de la vida, una transición hacia otro plano de existencia. Esta perspectiva ha perdurado a lo largo de los siglos y que hoy se vive con un espíritu festivo y lleno de color. La esencia de esta celebración radica en la creencia de que los muertos no se van para siempre, sino que regresan una vez al año para visitar a sus seres queridos. Es un día para recordar con amor a los que ya no están, pero también para celebrar la vida.

La celebración del Día de los Muertos tiene sus raíces en las culturas prehispánicas de México. Civilizaciones como la mexica, maya y purépecha creían que la muerte era solo una etapa en el ciclo de la vida. Para ellos, la muerte no era motivo de tristeza, sino un proceso natural que debía ser honrado. En estas culturas, la creencia en una vida después de la muerte era fundamental, y las almas de los difuntos viajaban a diferentes destinos según su tipo de muerte y comportamiento en vida.

El Mictlán, el inframundo mexica, era un lugar al que los muertos debían llegar tras un largo y arduo viaje. Para ayudarlos en su travesía, sus familiares ofrecían ofrendas con alimentos, herramientas y objetos de valor. Este acto de cuidar a los difuntos con lo que necesitarían en su camino es la base de lo que hoy conocemos como las ofrendas de Día de Muertos.

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En 2008, la UNESCO declaró el Día de los Muertos como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, reconociendo su valor y significado no sólo para México, sino para el mundo. Hoy en día, esta celebración ha trascendido fronteras, y es conocida y admirada en diferentes rincones del planeta.

El Día de los Muertos refleja la riqueza cultural de México y su capacidad para integrar el pasado y el presente en una tradición viva. Es una celebración de la vida en todas sus formas, de la memoria, del amor que sobrevive incluso a la muerte. Aunque puede parecer contradictorio para algunos, para los mexicanos celebrar a los muertos es una forma de afirmar que, mientras sean recordados, nunca estarán realmente muertos

Sincretismo y transformación

Con la llegada de los colonizadores españoles en el siglo XVI, las creencias indígenas se encontraron con las tradiciones cristianas del Día de Todos los Santos y el Día de los Fieles Difuntos. Este choque cultural no eliminó las costumbres prehispánicas, sino que las transformó. De esta mezcla nació el Día de los Muertos, una celebración que integra elementos cristianos como las cruces y las oraciones, junto con las ofrendas de alimentos y el uso de calaveras, que eran elementos tradicionales de las culturas indígenas.

El sincretismo resultante creó una festividad única en el mundo. La celebración mexicana, aunque tiene aspectos comunes con el Día de Todos los Santos en otros países, es distinta por su carácter festivo y su enfoque en la vida después de la muerte. Para los mexicanos, la muerte no es algo que deba temerse, sino algo que debe aceptarse y, en muchos casos, celebrarse.

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María del Mar Barrientos

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