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VIDA LENTA: Empieza con lo que piensas

Hay muchas cosas que me dan miedo: los aviones, las enfermedades raras, que gane Donald Trump, que el planeta siga aumentando su temperatura.

Ariadna Fuentes. Fotos: Cortesía.
Ariadna Fuentes. Fotos: Cortesía.

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Me da mucho miedo que, en unos años, nos arrepintamos de no haber hecho algo en el momento en que podíamos. Diario leo noticias, estudios, artículos sobre sustentabilidad, cambio climático, biodiversidad, justicia climática, entre otras cosas. El 20% de las noticias son positivas y el resto pinta un mundo algo apocalíptico y catastrófico. Una parte de mí entiende que los medios y los científicos optan por esta táctica porque el miedo “motiva más” que la esperanza. También porque necesitamos ver la realidad de la situación; da mucho miedo ver cómo se van cumpliendo predicciones científicas una a una e incluso antes de lo que prevén.

Creo fielmente que no hemos integrado completamente la crisis climática en nuestro pensamiento. Hablamos de lo rico que está el clima porque no hace tanto frío y no hemos integrado que no es normal que en pleno octubre no estemos usando suéter. Esto es lo que me quita el sueño por las noches: cómo no hemos sido capaces de entender que las inundaciones, los desastres naturales, la falta de peces en los arrecifes, que las flores florezcan antes, estos pequeños cambios que reconocemos pero no integramos. Los notamos y seguimos adelante con nuestra vida porque, si algo tenemos los seres vivos, es la capacidad de ser resilientes para sobrevivir. El voltear hacia otro lado, el negacionismo climático, el pretender que no están pasando millones de injusticias sociales y climáticas por todo el mundo es una mecánica de supervivencia. No los juzgo; es más fácil pretender que nada pasa.

El problema que tenemos aquí es que las cosas no cambian sin acción ni intención. Lo que estamos viviendo con el clima no se va a solucionar así nada más. Un ejemplo claro es el tema del agua en la Ciudad de México. Es un tema grave, que cada año afecta a millones de personas. Una problemática que, claro, afecta más a las sociedades en zonas vulnerables, pero que al final nos afecta a todos. En lugar de tener estrategias de captación de agua, de saneamiento de ríos, mantenimiento de tuberías y de todo el sistema hídrico, esperamos que las lluvias del verano vengan a solucionar el problema. Le dejamos la solución a Tláloc… tal cual.

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Aquí es donde los invito a cuestionarse absolutamente todo lo que piensan con respecto al medio ambiente en el que viven. A que reconozcan que hay cosas que pasan que no son normales y a reconocer que no es normal. Reconocer que estamos en una crisis climática, que no vamos a salir de ella consumiendo y menos intentando tapar el sol (sí, hay un grupo de científicos y de empresarios que están intentando tapar el sol). Es URGENTE que cambiemos esta mentalidad consumista en la que pensamos que necesitamos TENER todo para ser felices, donde creemos que tenemos que estar viajando y moviéndonos de un lado a otro para alcanzar la felicidad.

Me da paz, y a la vez mucha ansiedad, pensar que la crisis climática se soluciona cuando cambiamos nuestros pensamientos y nuestra visión de la vida. Me da paz saber que el día en que millones de personas entiendan que no se necesita TENER todo, que el dinero, aunque da fluidez y nos ayuda a cumplir sueños y vivir experiencias, no lo es todo, y que podemos ser felices con un estilo de vida mucho más lento y en calma. Pero me da nervio, porque lo más difícil de cambiar en un ser humano son sus hábitos y pensamientos. Deconstruir una mente es un trabajo diario que requiere repetición, cuestionamiento y constancia. No estoy segura de que millones de personas estén abiertas a cuestionarse sus valores y replantearse de qué “se trata la vida”. Esta idea de la casa perfecta, los coches perfectos, la familia perfecta; el sueño americano que nos han vendido implica mucho consumo y es ecológicamente insostenible lograrlo para CADA ser humano en la Tierra.

Estas son las cosas que me dan miedo y me quitan el sueño por las noches, pero también me da esperanza saber que hay personas curiosas, dispuestas a entenderse y cuestionarse todos los estándares sociales con los que hemos crecido. Si estás leyendo esto, eres de ese pequeño grupo de personas que ya se están cuestionando. Si empezamos a hablar de esto y a integrarlo en nuestras vidas, pronto no seremos 500, sino 5 mil o 15 mil, cuestionando todo lo que creemos. Además de las tecnologías y los avances en políticas públicas, necesitamos cambiar lo más importante: nuestra forma de pensar.

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Ariadna Fuentes

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