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Molti Diversi: Kieran Culkin

Se convirtió en un defensor de los derechos de los niños en Hollywood

María del Mar Barrientos
María del Mar Barrientos

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La Ley Coogan, en EU, exige que una parte de los ingresos de los niños actores sea reservada en un fondo fiduciario, todo esto gracias a casos como el de los Culkin.

Kieran Culkin subió al escenario para recoger su segundo Globo de Oro, esta vez como Mejor Actor de Reparto por la película A Real Pain, que coprotagoniza junto a Jesse Eisenberg. La cinta, marca otro hito en la carrera del actor neoyorquino, quien ya había ganado en 2023 el premio a Mejor Actor de Serie Dramática por su papel de Roman Roy en Succession. Sin embargo, detrás de estos triunfos se esconde una historia marcada por el abuso, la resiliencia y su compromiso con la defensa de los derechos de los niños actores.

Kieran Culkin nació en 1982 en Nueva York, en el seno de una familia numerosa y humilde. Era el cuarto de los siete hijos de Patricia Brentrup y Kit Culkin, un actor frustrado que nunca alcanzó la fama que anhelaba. El reducido apartamento familiar en Manhattan se convirtió en una “lata de sardinas” donde los Culkin sobrevivían mientras sus padres trabajaban en empleos mal remunerados. Pero la vida de la familia cambió drásticamente cuando Kit decidió capitalizar el talento y carisma de sus hijos, poniéndolos a trabajar en producciones teatrales desde muy pequeños.

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El mayor de los Culkin, Macaulay, alcanzó el estrellato mundial con películas como Mi pobre angelito y El buen hijo. Con apenas 10 años, era una de las figuras más poderosas de Hollywood, amasando millones de dólares mientras su familia vivía bajo la sombra de un padre abusivo y controlador. Aunque Kieran también triunfó desde joven en películas como Solo en casa y El padre de la novia, sus primeros años estuvieron marcados por un temor constante al éxito que lo llevó a evitar papeles importantes.

Los relatos de abuso físico y emocional por parte de Kit Culkin son desgarradores. Según Macaulay, su padre no sólo explotó económicamente a sus hijos, sino que también ejerció un control férreo sobre ellos, negándoles acceso a los ingresos que generaban. Kieran, aunque menos afectado por vivir a la sombra de su hermano, ha descrito a Kit como “una mala persona” que nadie extrañó cuando su madre tomó la custodia de los hijos en 1995.

El quiebre definitivo llegó cuando Macaulay, con apenas 17 años, denunció a sus padres por apropiación indebida y maltrato, logrando recuperar el control de una fortuna de más de 17 millones de dólares. Este acto de valentía no sólo marcó un antes y un después en la vida de los Culkin, sino que también contribuyó a visibilizar la necesidad de fortalecer las leyes de protección para los niños actores en Estados Unidos. La Ley Coogan, que exige que una parte de los ingresos de los menores sea reservada en un fondo fiduciario, ganó relevancia gracias a casos como el de los Culkin, mostrando el lado oscuro de la industria.

Más allá de sus éxitos en la pantalla, Kieran se ha convertido en un defensor de los derechos de los niños actores, utilizando su plataforma para recordar la importancia de las normativas que protegen a los menores en Hollywood. Su historia es un recordatorio de que el talento y la fama no deben ser excusas para explotar a quienes están en una posición vulnerable, y que el verdadero éxito radica en superar las adversidades y construir un legado de justicia y resiliencia.

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