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EQUALITY ON DEMAND: Reflexiones

Sobre el cambio de liderazgo y el futuro global desde la perspectiva de la mujer

Michelle Ferrari
Michelle Ferrari

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La reciente toma de posesión de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos ha sido, como era de esperarse, un evento cargado de simbolismo y de promesas de cambio. Durante los últimos días, tuve la oportunidad de estar presente en los eventos relacionados con la inauguración en Washington, una experiencia que no sólo fue memorable por la majestuosidad de la ocasión, sino también por las conversaciones e intercambios de ideas que se dieron en ese espacio de encuentro entre líderes, innovadores y ciudadanos comprometidos con el futuro. Fue, sin lugar a dudas, un recordatorio de lo vital que es el liderazgo en momentos cruciales, pero también de lo importante que es reflexionar sobre el camino que tenemos por delante.

En este evento, entre los elegantes bailes inaugurales, los discursos y las promesas de un nuevo comienzo, descubrí algo fundamental: más allá de las celebraciones, estos momentos son oportunidades para repensar el trabajo que aún nos queda por hacer, especialmente en la construcción de un mundo más justo, equitativo y accesible para todos. La importancia del compromiso cívico y la colaboración fue un tema recurrente en las conversaciones que tuve con otros asistentes, provenientes de diferentes sectores y orígenes. Fue un espacio en el que entendí, aún más, que las verdaderas transformaciones surgen cuando trabajamos en conjunto, respetando nuestras diferencias y sumando nuestras fuerzas hacia un objetivo común.

En estos días, en medio de la celebración de un nuevo liderazgo en los Estados Unidos, regreso a mi día a día con una renovada energía y un mayor sentido de urgencia por seguir luchando por las causas que más nos importan. La igualdad de género, la inclusión y la creación de oportunidades para quienes más lo necesitan seguirán siendo la razón de mi trabajo y de mi compromiso. Pero también he sido testigo de una realidad que nos interpela: el cambio de liderazgo en uno de los países más influyentes del mundo tiene implicaciones directas no solo para Estados Unidos, sino para el panorama global en su totalidad.

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El ascenso de Trump a la Casa Blanca ha generado una gran cantidad de incertidumbres. Su visión nacionalista y proteccionista, ejemplificada en su lema “America First” (América Primero), ha sido un cambio de rumbo con respecto a las políticas exteriores y comerciales de Estados Unidos. Aunque los enfoques de su administración no son nuevos en la política estadounidense, su implementación en la práctica podría tener repercusiones significativas, especialmente para los países vecinos, como México y las naciones de América Latina. La retórica de Trump, orientada hacia la desconfianza en los acuerdos multilaterales y las alianzas estratégicas, podría redefinir el panorama económico, político y social para miles de millones de personas en todo el mundo.

Para México, en particular, el ascenso de Trump a la presidencia implica un desafío aún mayor. Las políticas migratorias más restrictivas, la revisión de acuerdos comerciales como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), ahora renegociado como el T-MEC, y las amenazas constantes de barreras arancelarias, generan un clima de incertidumbre que afecta tanto a las empresas como a los ciudadanos que dependen de la estabilidad económica y social en la región. Sin embargo, aunque estos cambios pueden ser interpretados como adversos, también nos ofrecen la oportunidad de repensar nuestras propias estrategias y fortalecer nuestras relaciones regionales.

Desde una perspectiva global, es innegable que los cambios en la política de Estados Unidos tendrán un impacto directo en el comercio internacional, las alianzas geopolíticas y el entorno de seguridad.

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La tendencia hacia el proteccionismo y el nacionalismo podría fomentar un aislamiento de Estados Unidos que afecte la dinámica económica en una era globalizada. No obstante, también existe la posibilidad de que este enfoque impulse nuevas formas de colaboración entre países que, a pesar de las diferencias políticas, reconozcan la necesidad de trabajar juntos frente a problemas comunes, como el cambio climático, la pobreza, la migración y la violencia.

Es cierto que la administración de Trump ha polarizado las opiniones y ha generado intensos debates sobre la dirección que tomará el país en los próximos años. Sin embargo, más allá de la retórica política y las disputas ideológicas, lo que debe quedar claro es que el mundo necesita líderes que no solo promuevan su agenda interna, sino que también trabajen para lograr un equilibrio en las relaciones internacionales, basadas en el respeto mutuo y el entendimiento. Este es un reto no solo para el presidente de Estados Unidos, sino para todos los líderes del mundo, y especialmente para aquellos que abogamos por un mundo más inclusivo y equitativo.

Lo que también se hace evidente, y más aún en este tipo de eventos, es que el liderazgo debe ser ejercido con responsabilidad y conciencia social. Durante mi estancia en Washington, conversé con muchas personas que, independientemente de su trasfondo político, coincidían en la importancia de continuar construyendo puentes en lugar de muros. A través del diálogo y la cooperación, podemos encontrar soluciones a los problemas globales que afectan a millones de personas. En este sentido, las mujeres juegan un papel fundamental. Como presidenta de Women Economic Iberoamérica, veo todos los días el poder de la colaboración y la inclusión. Las mujeres, con su capacidad para movilizar, innovar y generar un impacto real, están llamadas a ser un motor de cambio en estos tiempos inciertos.

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Es crucial que las organizaciones internacionales y los actores clave en la economía global reconozcan que el liderazgo femenino no solo es una cuestión de justicia social, sino una estrategia que fomenta la diversidad de pensamiento, la resiliencia y la creatividad. La igualdad de género, la inclusión de las minorías y el acceso a oportunidades para los sectores más desfavorecidos deben seguir siendo ejes centrales de nuestras políticas, sin importar los cambios políticos en las naciones más poderosas.

Al regresar a mi rutina diaria con la energía y el ímpetu que me ha dejado esta experiencia, reafirmo mi compromiso con la lucha por un mundo mejor. El camino hacia la igualdad de género, la justicia social y la sostenibilidad sigue siendo largo, pero nuestra capacidad para cambiar el curso de los acontecimientos depende de nuestra capacidad para trabajar unidos. La toma de poder de Trump puede ser vista como un desafío, pero también como una oportunidad para reforzar nuestro compromiso con los principios que guían el trabajo de Women Economic Iberoamérica: la inclusión, la equidad y el empoderamiento. No debemos permitir que los vientos del cambio nos desvíen de nuestra misión. Nuestro trabajo, como líderes, no se detiene.

Al final, lo que debemos recordar es que eventos como los vividos en Washington, más allá de su glamour y su poder simbólico, son oportunidades para reflexionar y actuar. Con cada nueva administración, con cada nuevo desafío global, la responsabilidad de todos los ciudadanos y líderes del mundo es construir, desde el respeto y la cooperación, una sociedad más justa y equitativa. Esa es, al final, la verdadera herencia que debemos dejar a las futuras generaciones.

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