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Aire para pensar y dejar de pensar |Silencio

Ahora resulta que el silencio es el arma más letal. Y si se junta con el tiempo, son los cómplices perfectos.

Paola Albarrán
Paola Albarrán. Foto: Cortesía

Ahora resulta que aquello que te hace sentir vivo está prohibido. Porque si le das vida y superas barreras invisibles, donde el alma despertó, te regresan al lugar de donde pretendías salir. Pero resulta que no puedes pertenecer ahí, parece condena el sentimiento de volverte a enchufar con la fuerza de la vida. Pudiera parecer castigo.

El silencio es la condena más cruel. Que pareces no encontrar respuestas cuando están todas ahí; a flote, a la luz, pero son intangibles y como “no existen” no puedes reaccionar, ni responder, ni construir, ni continuar, mucho menos sanar.

Sólo es un abandono, una respuesta clara y dolorosa a la que sólo se le puede responder de la misma manera. Con silencio. Haciendo así un círculo inagotable, donde el silencio busca como respuesta más silencio, profundizando un espiral hacia adentro donde parece ser cada vez más cerrado. Donde hay menos espacio para actuar, donde no hay respuestas, donde no hay lugar más que para el silencio; no actuar, no reaccionar, no sentir, evaporar memorias, erradicar recuerdos, aniquilar sueños, desdibujar recuerdos, y la esperanza es que el silencio promete curar; con capas casi invisibles, delgadas y ultrafinas de entendimiento, donde sólo la fe sabe que en un futuro algún sentido tendrá.

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Ahora resulta que las historias que no concluyen te enloquecen. Son como esos puntos suspensivos que acuchillan el alma, en silencio, en el no tiempo. En la espera eterna de que el silencio se romperá, se hará pedazos, como el dolor que te ha causado. Que cobardía no poder poner un punto final. Que frustración refugiarnos detrás de esos personajes, revestidos de ego, que es también invisible.

Que cruel es cuando, no es elegante hablar.

Que ganas me dan que guardarás mi corazón hecho pedazos en tu pecho, y por un ratito pudiera descansar. En esa utopía que me dio vida y hoy no existe más. Que cruel es la verdad, y qué necesaria es conocerla.

Que cobarde es el ego, que se alimenta de la razón y aniquila la verdad. Esperaré en silencio, para cuando me vea regresar.

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Paola Albarrán

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