La verdadera Lady | Lady Gaga en Coachella 2025 logró reinventar y redefinir la moda en el espectáculo

Por

Brenda Jaet

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Publicado: 24/4/2025 · 6:31 a.m. MX | Actualizado: 24/4/2025 · 6:31 a.m. MX

Coachella 2025 fue testigo de un regreso monumental. Lady Gaga, ícono de la música y el arte del performance, protagonizó uno de los shows más ambiciosos y comentados de la historia del festival. Bajo el concepto escénico titulado Mayhem in the Desert, la artista transformó el desierto californiano en un teatro emocional, donde cada acto fue una ventana a su universo creativo.

Durante casi dos horas, Gaga recorrió con su voz y cuerpo toda una trayectoria artística marcada por la reinvención. Fue un espectáculo dividido en actos teatrales en donde cada cambio de vestuario, cada coreografía y cada transición visual eran parte de una narrativa emocional, espiritual y crítica sobre el estrellato, la identidad y la liberación.

El show arrancó con un despliegue escenográfico que dejaba claro que no se trataba de un simple concierto. Desde una torre de inspiración gótica, rodeada de gárgolas animadas por proyecciones en tiempo real, entonó “Bloody Mary” vestida con una capa roja de silueta majestuosa. A través de luces y sombras, el inicio planteaba un ritual de redención casi religioso.

Más adelante, “Garden of Eden” dio paso a un segundo acto bañado en verdes y ocres, en donde Gaga emergió de una montaña de arena, rodeada de esqueletos estilizados que evocaban la muerte y el renacimiento. La escenografía fue acompañada por una guitarra en vivo, símbolo de rebeldía creativa.

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“Disease”, en cambio, fue interpretada como un proceso de catarsis: Gaga se tumbó sobre una lápida artificial vestida de blanco como si resucitara de la enfermedad hacia una nueva forma de autenticidad. Cada canción fue pensada como un episodio introspectivo, pero también como una crítica abierta a los mecanismos de la industria del entretenimiento.

En “Perfect Celebrity”, Gaga representó la presión de la fama como una prisión emocional, donde los artistas son moldeados por las expectativas y el consumo, convertidos en productos antes que personas.

El vestuario de Lady Gaga en Coachella fue tan relevante como la música. Lejos de ser simples cambios estéticos, cada prenda tenía un propósito simbólico, diseñado para dialogar con la narrativa del show.

El acto inaugural fue dominado por una capa escarlata de líneas geométricas con tintes de teatralidad operística, creada por un joven diseñador británico conocido por sus exploraciones del barroco distorsionado. Luego, en la escena del desierto, Gaga apareció con un corsé de ornamentos metálicos y texturas ásperas, firmado por una diseñadora turca que ha hecho del caos estético su firma personal.

Más adelante la artista usó una armadura cyberpunk de acero oxidado, una pieza escultórica forjada por un diseñador español especializado en vestuario para cine de ciencia ficción y espectáculos conceptuales.

Para el clímax con “Bad Romance”, un vestuario angelical: un vestido de plumas sintéticas blancas, iridiscentes, acompañado por botas con detalles góticos fabricadas por un colectivo de diseñadores underground de Los Ángeles.

El vínculo de Lady Gaga con la moda no es un capricho mi querido lector. Para ella la moda es una extensión de su mente, un vehículo para construir personajes, explorar emociones y desafiar convenciones sociales. Desde el inicio de su carrera, su estilo ha sido una declaración: desde el vestido de burbujas al famoso vestido de carne, pasando por los trajes inspirados en el futurismo de los 80, su vestuario siempre ha generado conversación.

Su compromiso con la moda como forma de arte la ha llevado a colaborar estrechamente con diseñadores que comparten su visión no convencional. Ella ha sabido alinear su evolución estética con su narrativa musical. Mientras otros artistas luchan por mantenerse relevantes, ella reinventa el concepto de relevancia, creando espacios donde la música, la moda, el cine, el activismo y la espiritualidad se fusionan.

Brenda Jaet