Grace Kelly: El vestido de novia más bonito y la superstición que auguraba lágrimas en su matrimonio
La princesa de Mónaco añoraba sus días de gloria como estrella de Hollywood.
¿Estarías dispuesta a dejarlo todo para convertirte en princesa? Tal vez el amor por un príncipe o el glamour de una boda de la realeza y un vestido de novia de ensueño pueda ser suficiente para deslumbrar a cualquiera; sin embargo, hay que tener en cuenta que el precio que hay que pagar para tener ese glamour en tu vida puede ser muy alto. A Grace Kelly le costó dejar su carrera en Hollywood cuando se encontraba en un muy buen momento siendo la diva de nada más y nada menos que de uno de los directores más aclamados, Alfred Hitchcock.
En la década de los 50, Grace Kelly era no solo una de las rubias de Hitchcock, era la rubia, la protagonista de sus cintas de suspenso que marcaron para siempre la historia del cine. La joven actriz estadounidense protagonizó filmes como Crimen Perfecto, La ventana indiscreta y Atrapa a un ladrón.
En 1955, la carrera de la actriz de 26 años iba viento en popa y ese año se convirtió en la ganadora del Oscar a Mejor Actriz por su interpretación en la película 'La angustia de vivir'. Fue entonces que acudió al Festival de Cannes y el periodista Pierre Galante organizó el primer encuentro entre la joven diva y el príncipe de Mónaco, Raniero III.
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Tras un breve noviazgo, la actriz aceptó dejar su mundo en Hollywood para convertirse en la nueva princesa de Mónaco y así se casó con Rainiero III el 18 de abril de 1956, cuando ella tenía 27 años de edad.
La boda todo un espectáculo digno de Hollywood y un vestido que auguraba lágrimas
El enlace matrimonial entre Grace Kelly y Rainiero fue todo un espectáculo seguido por más de 30 millones de televidentes. Todo estaba perfectamente planeado, desde el vestido de bodas que fue regalo de la productora Metro Goldwyn Mayer que se lo encargó a Helen Rose, diseñadora y dos veces ganadora del Oscar por sus trabajos como vestuarista.
El vestido de Grace Kelly era de escote corazón y falda corola de tafetán de seda con fajín y una chaquetilla de encaje con cuello Mao, manga larga y botones que cubría el corpiño, con botonadura frontal.
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Todo estaba cuidado como para una gran producción hollywoodense, pues incluso el velo de tul transparente nacía de una pequeña diadema de flores sobre un casquete bordado con perlas y puntilla de Julie Cap, pensado para que las cámaras pudieran tomar sin problemas la cara de la novia durante la ceremonia. Desafortunadamente, el vestido de Grace rompió la regla de toda novia de no llevar perlas porque auguran lágrimas, pues no solo el velo llevaba estas piedras sino que el vestido también estaba adornado con varias de estas gemas. La princesa también llevó una Biblia en lugar de ramo, la cual se usa para que la novia tenga buena suerte en su matrimonio.
Una superstición señala que las perlas simbolizan las propias lágrimas de la novia, por lo que llevarlas durante la boda atrae la desdicha hacia el matrimonio. Por tal razón, se les aconseja elegir otra gema para su gran día.
Por desgracia, Kelly le dejó el tema del vestido a su productora y, esta, a Helen Rose, quien tomó la decisión de adornar la prenda con perlas cosidas a mano, que iban a lo largo de todo el vestido.
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A pesar de la desgracia de las perlas, el vestido de Grace Kelly se convirtió en un icono para millones de novias en todo el mundo, que han tratado de recrear esta prenda para sus bodas, desde royals como la princesa de Gales, Kate Middleton, la princesa de Mónaco, Marie-Chantal Miller, hasta la celeb Paris Hilton. Existen miles de vestidos inspirados en esta impresionante pieza que, sin embargo, parecía haberle augurado una vida llena de penas a la princesa de Mónaco, que terminarían por convertir a la diva de Hollywood en la 'princesa de los ojos tristes'.
La princesa que se cansó de ser princesa
Después de seis años de matrimonio, tan complicados para el principado como para la princesa de Mónaco, Grace Kelly quiso regresar al cine y contactó nuevamente a Alfred Hitchcock, quien le propuso que protagonizara la cinta 'Marnie, la ladrona'. En un primer momento, ella aceptó, y hasta recibió el beneplácito de su esposo. Pero, según la versión oficial de la época, tuvo que rechazar la oferta porque los monegascos desaprobaron que interpretara a una sugerente cleptómana en la ficción.
La relación entre Grace Kelly y Raniero tampoco era miel sobre hojuelas, pues se rumoraba que el príncipe le era infiel continuamente a la princesa. A esto se sumaba su frustración por no poder volver a la actuación y los actos de rebeldía de sus tres hijos.
"La idea de que mi vida ha sido un cuento es, en sí misma, un cuento", decía.
Tras su boda, Raniero seguía manteniendo algunos romances con otras mujeres y Grace lo aceptó e incluso usó su talento como actriz para disimular el dolor que le causaban las infidelidades y la ausencia de su marido.
Tal y como lo habían planeado los diplomáticos de Mónaco desde que le sugirieron a Raniero que se casara con una diva de Hollywood para salvar a Mónaco de la ruina financiera, la princesa Grace de Mónaco efectivamente atrajo el turismo de las estrellas del cine estadounidense y convirtió al principado en el lugar preferido para vacacionar de las celebridades más famosas de la época. Frank Sinatra la visitaba con frecuencia.
Al pasar de los años y al no poder regresar al cine, Grace comenzó a construir su propio mundo privado en el corazón de Mónaco, donde se dedicaba a la educación de sus hijos, su única alegría de vivir. La princesa se refugiaba en Roc Agel, la casa familiar situada en las alturas de Mónaco, para huir tanto de los paparazzi, como del protocolo de la realeza. Allí disfrutaba de su pasatiempo favorito, la jardinería, de su afición por los herbarios y cocinaba pollo frito a la americana. Grace cumplía con su deber de organizar el Baile de la Rosa y el de la Cruz Roja, pero nada de eso llenaba el vacío que sentía la princesa, ya que siempre siguió añorando su pasión, pues se cuenta que, hasta su muerte en un trágico accidente, no dejó ni una vez de enviar su voto a la academia de cine cuando se celebraban los premios Oscar.
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