¿QUE EN QUÉ TRABAJO? | Cosas que hacer (y se me olvidan) contra la ansiedad
Después de unas deliciosas vacaciones mi vieja amiga, la ansiedad, se apoderó de mi cabeza como si yo fuera nueva en la materia. Y me arrastró. Hoy que me siento mejor quisiera enlistar las cosas que hacer, para que cuando se me vuelvan a olvidar, las venga a leer, o para que, si alguien está en ese lugar, le ayuden a poder salir
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Durante muchos años de mi vida, viví en estado de alarma permanente y en lo que bauticé y patenté como “angustia catastrófica galopante”. Me acostumbré a vivir así, pensando que era normal y que simplemente era yo muy “nerviosita”.
No, no es normal vivir con ansiedad.
Eso lo aprendí cuando, después de separarme, de muchas horas de terapia, de muuucho tiempo (y dinero) invertido en mi salud mental y de elaborar mi duelo post divorcio logré, por fin, regresar mis niveles de cortisol (la hormona del estrés que tenía en niveles estratosféricos) a un rango normal. Durante todo ese proceso aprendí y entendí cuáles son las cosas que yo tengo que hacer cuando siento que la ansiedad empieza a rondar. Durante dos años logré mantenerla bastante a raya y pude, por fin, entender la delicia que es, vivir en paz.
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Y luego… llegó este enero.
Todo lo que podía salir mal, salió mal. Todo lo que yo tenía planeado se empezó a caer, y todo lo que, según yo, tenía ya establecido, funcionando y “bajo control”, como siempre sucede, la vida, me vino a recordar que: no tengo nada bajo control.
Mi brazo derecho hogareño me dijo que se tenía que ir, me cancelaron conferencias, la cuesta de enero le pegó fuerte a mis eventos programados, más escribir y diseñar una nueva conferencia (factor que por sí mismo siempre me desencadena angustia y ansiedad), se descompusieron en combo varios aparatos en mi casa (¿por qué carajos pasa eso, alguien me explica?), que si hora de pagar seguros, que si cuota extra de mantenimiento, que si mi coche se fue al taller y salió en una lana, que si el pago de la graduación del niño, que si alguien se enfermó y ahí les encargo en lo que salen los doctores…
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En solo dos días, después de unas deliciosas vacaciones mi vieja amiga, la ansiedad, se apoderó de mi cabeza como si yo fuera nueva en la materia.
Uno se acostumbra a vivir en paz. Y se le olvida cómo se hace eso de no dejarse arrastrar, o por lo menos a mí, eso es lo que me pasó. Se me olvidó. Y me arrastró.
Si nunca les ha dado un ataque de ansiedad paralizante, la descripción más rápida que les puedo dar es: no puedes hacer nada. Es como si te metieran la cabeza abajo del agua, no puedes escuchar, no puedes pensar, no te puedes mover. Me quedo acostada en mi cama viendo al techo, por horas con taquicardia. El panorama se vuelve negro, no hay solución para nada, todo es el fin del mundo y lo único que puedo sentir, es miedo. Miedo de temblar. Y tiemblo.
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Con todo y todo lo que he aprendido y con todo lo que sé que tengo que hacer, me pasé dos días sin poder hacer nada más que angustiarme más.
¿Cómo salí de ahí? Me arrastré a mí misma, me costó un huevo, pero lo logré.
Hoy que me siento mejor quisiera enlistar las cosas que hacer, para que cuando se me vuelvan a olvidar, las venga a leer, o para que, si alguien está en ese lugar, le ayuden a sentirse un poco mejor.
Ahí les van:
- Ve a terapia. Pide ayuda.
La realidad es que la ansiedad nos roba el sentido común y la capacidad de ver con claridad, ir con alguien que nos ayude a ver que la cosa no es tan negra como pensamos, es el primer paso. El segundo, detectar cuáles son los detonadores de ese ataque, ¿qué está realmente sucediendo? Para tener perspectiva y poder operar. Y obvio si llega el momento en donde un profesional te recomienda un chocho, porque tus recursos ya no son suficientes, ¡tómatelo!, siempre bajo la guía de un médico.
- Muévete.
Hacer ejercicio libera endorfinas y las endorfinas, conocidas como las hormonas de la felicidad, no sé si hacen felices, pero sí que nos hacen sentir mejor. No importa qué te esté pasando, si te mueves, te vas a sentir mejor. Cuando me dan esos ataques no puedo hacer nada muy demandante, ¡ni de broma mi clase de funcional!, mi energía está secuestrada por la angustia entonces, camino. Aunque sea despacito. Aunque sea poquito. Camino, y si puede ser en el sol, mejor.
- No te preocupes, ocúpate (decía mi papá).
No sirve de nada quedarte en la chaqueta mental. Ponte a hacer algo. Haz lo que tengas que hacer para acomodar, resolver, reagendar, entregar. Encuentra un sistema. Ejecútalo. Haz lo que tienes que hacer, paralizarte solo va a hacer que todo se ponga peor.
- Ten misericordia de ti.
Trátate bonito. Tente paciencia. Apapáchate tantito. Valídate. Haz cosas que te hagan sentir bien, date chance de descansar, los ataques de angustia usan demasiada energía y drenan. Haz cosas que te regresen el alma al cuerpo: siestas, sauna, masaje, leer, llorar, reír, comer rico (y sano, atascarte de porquerías no te va a ayudar), ver una serie que te relaje. Escucha música…
- Busca a tu tribu.
Haz una cita con alguien con quién puedas platicar, reír un poco, evadir un ratito la realidad, echarte una chillada o simplemente estar y sentirte acompañada. Pertenecer y sentirse querido es una gran medicina contra la ansiedad (y contra cualquier cosa).
- Haz algo diferente.
El sábado que no podía levantarme de mi cama y sentía un peso que me hundía contra el que no podía luchar, mi hermana me mandó un mensaje para invitarme a una lectura de tarot con sus amigas. En realidad era más chorcha que otra cosa y yo, por supuesto dije que no, “ósea si no puedo ni respirar, ¿¡cómo carambas crees que voy a querer ir con tus amigas!? ¿¡Y qué son esas payasadas del tarot!?”, pensé. Pero mi alternativa era quedarme viendo el techo y sentirme cada vez peor así que en un acto de “voy a hacer esto solo para no morirme” me puse unos leggins y me fui con ella.
Llegué completamente descolocada. No podía escuchar lo que decían. Respirar me estaba costando. Estaba a punto de echarme a llorar, cuando Alex, la amiga lectora de tarot me dijo: “ándale, vas tú primero”.
Miren, me cuesta creer en cosas así, pero me cuesta también decirles que las cosas que me dijo sin saber n.a.d.a. de lo que me estaba pasando, no estuvieron cabronas. Al final, la lectura se volvió como una sesión imprevista de terapia, que más que cualquier cosa, me permitió sacar las cosas que traía atoradas y encontré en Alex lo que necesitaba y no estaba pudiendo encontrar: paz. No sé si por lo que me dijo, o por cómo me escuchó, no sé si porque sí, efectivamente, me sorprendió. La cosa es que el nudo que yo sentía en la garganta, la pesadez y el miedo paralizante se diluyeron y pude, por primera vez en una semana, volver a respirar normal sin sentir que me ahogaba. Hacer algo diferente hace que tengas resultados diferentes y, angustia o no, hay que seguir siempre haciendo cosas de otra manera y diciéndole que sí a las nuevas, aunque sea solo una vez.
- Respira.
La respiración en bloque es mágica para bajar los niveles de ansiedad, 4 para inhalar, 4 retener, 4 para exhalar (o incluso 8), 4 para volver a empezar.
O, si es catastrófica y galopante, inhala, retén, vuelve a inhalar (como que le das un reload a la primera inhalación) y exhala despacio. Ambas técnicas se repiten varias veces y cada vez que lo necesites y funcionan cañón no solo cuando estás en crisis… cotidianamente, acuérdate de respirar. Y de que todo va a pasar.
La salud mental es una chamba personal con la que hay que comprometerse diariamente, integrar hábitos, hacer lo que hay que hacer por más hueva que nos dé y no quitar el dedo del renglón. Y si bien es cierto que, si somos consistentes, las crisis serán menos frecuentes, también hay que saber que cuando peguen hay que estar preparados para ayudarnos a nosotros mismos a salir más rápido.
La salud mental, (como cualquier otra cosa) tiene todo que ver con la disciplina y poco, muy poco, que ver con la motivación, recuérdenme eso cuando me vuelva a perder.
Ya estoy de regreso, prepárate 2025.
P.D. Si quieren hacer algo nuevo y visitar a Alex buscando un apapacho al corazón y un poquito de paz, les dejo su Instagram para que la vayan a contactar TAROT DEL ALMA.
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